Octavio Guerra

Octavio Guerra refleja en «Yo tenía una vida» los límites del modelo asistencial para las personas sin hogar

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 El cineasta canario culmina en su documental un rodaje de ocho años, con la figura de Jesús Mira como eje de una historia que también se aborda desde el punto de vista de la trabajadora social Elena Matamata

 Guerra huye de alegatos panfletarios y firma una obra abordada “desde el punto de vista cinematográfico, para contar la historia tal cual, con todo lo que he visto y he aprendido en el cine”

 La película compite en el apartado de largometrajes de la sección Canarias Cinema, y tiene su precedente en el corto Apache, que ya avanzó la historia de Jesús en 2019

 

Las Palmas de Gran Canaria, jueves 13 de abril de 2023.- Ocho años de rodaje: el proceso para completar Yo tenía una vida ha resultado un todo ejercicio de constancia, con la vocación de contar una historia compleja y poliédrica, bajo la dirección de Octavio Guerra. El resultado plantea toda una reflexión sobre el modelo asistencial vigente para las personas más necesitadas. Pero, por encima de todo, es una demostración de cine, la intencionalidad última del realizador canario, un habitual en el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. La película abre el apartado competitivo de largometrajes de la sección Canarias Cinema el viernes 14 de abril.

El arranque de Yo tenía una vida se puede rastrear perfectamente. La historia parte en el cortometraje que Guerra firmó en 2019: Apache ya retrataba el punto de vista de Jesús Mira, sin hogar ni recursos, pero con la vocación de buscarse la vida por sus propios medios, algo que en última instancia el aparato público asistencial no le facilitaba. Jesús vuelve a aparecer como uno de los ejes del largo que ahora presenta el realizador canario, en donde también se muestran otros puntos de vista. El más relevante, el de Elena Matamata, coordinadora del piso de acogida y en pleno proceso de elaboración de su tesis doctoral.

“Hace muchos años empezamos a grabar a Jesús, aunque todo comenzó en realidad como algo más coral”, recuerda Guerra. “La película”, añade, “ya refleja la idea de contar su historia y el tema en particular. Nos fuimos a esos brutos que empezamos a grabar hace ocho años, y luego manejamos una especie de bucle. Empezamos presentando a Elena, en el centro. Y luego, cuando volvemos a Jesús reiniciamos ese bucle. La idea es que esto no acaba. Las personas vuelven a reinsertarse y luego regresan a la calle”.

El director asume el fuerte trasfondo social de su documental, si bien incide en que su pretensión no va más allá, nada menos, que la de hacer cine. “A nivel simbólico, esa idea de vuelta a empezar la podemos ver en la película en las imágenes de la lavadora, en la noria o en el propio discurso de Jesús, que se repite y se repite. Era lo que queríamos, porque ese es ahora mismo el dibujo para las personas sin hogar. Es algo más asistencial, que hace que los objetivos finales no se cumplan».

Lidiar con los personajes en su propuesta cinematográfica ha resultado irregular, según admite el propio Guerra. “Trabajar con Elena ha sido muy fácil. Se transmite en pantalla su energía y hasta su honestidad. Con Jesús ha sido más difícil, porque tenía sus altos y bajos, y momentos en los que ha desaparecido”. Aunque, remarca, “con él siempre estamos en contacto. Lo puedo ver algunas veces. Ahora vivo a dos calles de él (en Valencia), ha conseguido una cierta estabilidad en la vivienda. Tiene su espacio, y está muy estable. Aunque siempre está en la cuerda floja. Al final no logra que las políticas sociales le ayuden, y son sus propias redes las que le hacen subsistir”.

La aventura vital de Jesús resulta ser un eficiente factor de atracción para el espectador, en un film en el que también se retratan las inquietudes de Elena, en el otro extremo del relato. “Es verdad que en la película están sus contradicciones. Porque ella se va dando cuenta de que la gente se le marcha, y no puede hacer demasiado por ellos”, cuenta el director. “Ve que hay un cierto fracaso en las propias instituciones, en el sentido de una falta de recursos, más de que el sistema falle”.

Octavio Guerra comenta cómo “hemos ido siguiendo al personaje y nos enganchamos a su discurso. Hay personas que empiezan a reinsertarse con programas específicos, pero que tienen su techo de cristal. Pero de pronto sale a la luz alguien como Jesús, que quiere algo más, y te das cuenta de que puedes acabar el resto de tus días ahí. Todo se acaba ahí. Estas personas no tienen acceso a la vivienda y vivir en la calle ha creado una tara, no sólo a nivel de consumir, que es su anestesia, aunque hay muchas razones por las que se cae en el consumo. Jesús representa a esa persona que quiere currar y son los servicios sociales los que le dicen que no, que hasta aquí puede llegar. Cuando él se da cuenta, empieza su lucha por la supervivencia, con sus propios recursos, con su propia red y contactos”.

El documental, con una verdad indiscutible que permanece siempre en escena, no cae, sin embargo, en la reivindicación explícita. En este punto, Guerra señala que “al final, cuando uno cuenta historias intenta que sean cinematográficas, con todo lo que has visto y aprendido en el cine. A mí lo que me interesa”, subraya, “es contar la historia tal cual, no me agrada que se acerque al panfleto”.

Octavio Guerra acumula ya una remarcable trayectoria como realizador. Firma habitual en las selecciones del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, en el certamen de su tierra ha estado presente con títulos como los cortometrajes La máquina de los rusos (2014, nominado a los Goya), Sacristán (Premio Richard Leacock al Mejor Cortometraje en 2015), el ya mencionado Apache (2019) o Heurtubise (2020), otro título en el que el realizador canario sigue trabajando con vocación de firmar un largometraje, en un largo y continuado proceso de rodaje. En 2018 también presentó en el festival su largo En busca del Óscar, un documental en esencia, pero con ficción añadida, que fue alabado por la crítica. Guerra colabora habitualmente con Elisa Torres en la producción (Calibrando Producciones), como también es el caso en Yo tenía una vida.

“El Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria”, apunta el director, “ha sido uno de los espacios en donde he crecido más y en donde he podido entablar amistades y juntarnos una generación importante de cineastas en Canarias”. Según cuenta Guerra, le gusta sentirse un espectador más del Festival: “intentamos coger esta semana para ver proyecciones y lo que están haciendo los compañeros”.

 

YO TENÍA UNA VIDA
“Un análisis de la dureza y realidad que es la reinserción de la calle, con Jesús como protagonista, nos adentramos en la piel de alguien que lleva luchando hace diez años por su independencia económica”.

Luna Frax, programadora 22FICLPGC

 

SESIONES
FECHA HORA PASE SALA
14 ABRIL 10:00-11:30 JURADO Y PÚBLICO CINESA EL MUELLE SALA 9
14 ABRIL 19:45-21:15 PRESENTADO POR OCTAVIO GUERRA & ELISA TORRES CINESA EL MUELLE SALA 9
18 ABRIL 18:00-19:30 Q&A | OCTAVIO GUERRA & ELISA TORRES CINESA EL MUELLE SALA 8

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