Resulta muy difícil no caer en la tentación de capturar una imagen al azar en la obra visual de David OReilly y a partir de la misma, subyugados por su fuerza evocadora,  tratar de encontrar la clave que explique el mundo de este artista nacido en Kilkenny, Irlanda. Esa imagen correspondería seguramente con una epifanía imposible tejida con esqueletos de renders, voces sintéticas y colores lavados. O con una animación extrañamente sofisticada que tomará el viejo Paintrbrush de Microsoft como herramienta de trabajo. O con paisajes sobrecogedores generados a partir de una suma de perspectivas geométricas,  iluminación plana y polígonos. En cualquier caso, hablamos siempre de un universo coherente y único que consigue extraer una poesía extrañamente reveladora de un acto tan sencillo (y tabú en un mundo asaltado por el hiperrealismo obsceno del 3D) como mostrar las costuras y “defectos” en el proceso de animación.

En CHILDHOOD un niño desciende con entusiasmo por un tobogán que parecería suspendido en el cosmos. Al llegar al final del mismo una fuerza parece atraer al pequeño nuevamente al punto más alto del tobogán, vuelve a descender, vuelve a ser succionado hasta lo más alto, las expresiones de júbilo van pasando a ser gritos de terror al tiempo que las subidas y bajadas son más y más rápidas, finalmente lo único que vemos es un tachón que grita desesperado en medio de un espacio indefinido. ¿Cómo evitar trazar una línea entre este personaje y los niños suicidas de CHILDRENS SONG, el joven y vapuleado estudiante de piano de THE EXTERNAL WORLD, el octogato que pasea furioso el duelo por la ausencia de sus padres en OCTOCAT ADVENTURES o el zorro que arrastra sobre la nieve el cuerpo de su madre degollada en WOFL2106? El dolor y el desamparo parecen ser una constante en la obra de OReilly, y a él se acerca con una mirada que combina el humor negro con un gesto de humanismo y compasión ante un mundo feroz.

El salto de OReilly en 2014 a un terreno inabarcable como el de los videojuegos con su controvertido MOUNTAIN (seguido en 2017 por EVERYTHING) y su posterior incursión en el campo de la animación inmersiva a través de su pieza EYE OF THE DREAM hablan no sólo de un creador siempre a la búsqueda de ampliar las posibilidades expresivas de la animación y de cuestionar el rol del espectador, sino también de una coherencia insobornable a nivel formal y una visión del mundo que aún enunciada de modo distinto se mantiene, baste citar la voz en off del filósofo británico Alan Watts, que suena a lo largo de EVERYTHING: “¿Por lo tanto sería posible que nosotros, con todos nuestros problemas, conflictos, neurosis, enfermedades, escándalos políticos, guerras, torturas y todo lo que ocurre en la vida humana, seamos un conflicto que puede ser visto desde una perspectiva mayor como una situación de armonía?”


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