Hay pocas cosas que en 2022 permanezcan aún indiscutibles, y los festivales de cine no son una de ellas. Intentamos bailar a la par de un público cuyos pasos van alejándose de una coreografía conocida, que ya nunca volveremos a atinar. Es fácil darse por vencido, pero en Panorama España hemos hecho de la duda nuestra fuerza: hoy recogemos el testigo de una sección que ha venido reformulándose sin descanso, moldeando sus bases y los tándems de películas que aquí se programan.  Abrazamos un surtido de obras que son críticas consigo mismas, que se cuestionan la realidad en la que habitan, a la par que su propia existencia. Y así queremos presentar la programación de este año, como una marea inquieta de autores que tantean sus límites, y también los nuestros.

En tiempos de duda, nos reunimos al calor de una programación heterogénea, pero cuyas películas dialogan entre sí, cerquita y en voz baja. Nos sorprende, aunque solo a medias, descubrir que buena parte de ellas se han construido en pareja, familia o entre amigos de siempre. Estas son personas en las que sostenernos en momentos de incertidumbre, en quien asirnos para enfrentarnos a un presente inhóspito. Cuidamos al cine porque nos gusta pensar en él como espacio donde hacernos preguntas sin miedo a caer, un hogar al que volver cuando no podamos más.


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