Los jóvenes cineastas siempre han sido los más desatendidos dentro de la industria del cine porque el formato del cortometraje es frágil y efímero. Si bien algunos consideran que los cortometrajes son solo un paso en algún momento de sus carreras, lo cierto es que para algunos, dirigir un largometraje nunca fue una de sus ambiciones creativas. Y esto está bien. Algunas ideas requieren emanciparse de la presión del mercado y autonomía estética. Otras ni siquiera necesitan toda la división del molde de producción del trabajo o los dispositivos narrativos convencionales. Los cortometrajes son propensos a rebelarse, interrumpir o reorganizar el arte cinematográfico basado en el aparato, desafiando los caminos trillados de convenciones y haciendo así posible la innovación y el avance del medio. Si bien es gratificante, esta forma libre viene con una situación precaria. Cuando se trata de distribución, los cortometrajes son uno de los más dependientes del circuito de festivales, con posibilidades limitadas de exhibición. La mayoría de ellos desaparecen una vez finalizado su ciclo de distribución en respuesta a las exigencias de los estados de estreno y sólo unos pocos resurgen en retrospectivas o retransmisiones televisivas. En este contexto de temporalidad, a la hora de seleccionar las películas entre una plétora de opciones, prevalece la apuesta por la relevancia, aunque no siempre se despliega precisamente en temas mayores o activistas.

Desde un punto de vista artístico, la Sección Oficial nos sumerge en mundos soberanos que transmiten una mirada humanista sobre la realidad. Si bien no podemos escapar de nuestra idiosincrasia, el programa nos confronta con diferentes estilos, estados de ánimo, géneros y orígenes, resonando y dejando huella en la mente de los espectadores. En un mundo contemporáneo de fronteras y muros, de divisiones y categorías permanentes, la Sección Oficial de Las Palmas de Gran Canaria entrega un programa de motor creativo, que disuelve las fronteras. Algunas películas rompen el flujo narrativo y las convenciones formales para sugerir un mundo de significación que no se invoca directamente en los fotogramas. Otros directores repercuten en la naturaleza y la relación con nuestro entorno, utilizando el cine como herramienta epistemológica para dar sentido al mundo. Un programa para explorar al máximo las posibilidades transformadoras del cortometraje.


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