Seguro que alguien encuentra demasiado atrevida la afirmación de que “el cine de Canarias disfruta de una mala salud de hierro”. Asumiendo que, felizmente, existan opiniones para todos los gustos, lo cierto es que hay realidades irrefutables y elocuentemente descriptivas. La presencia de cineastas de Canarias en eventos nacionales e internacionales de primera línea es cada vez menos infrecuente, y distintos ejemplos pueden encontrarse en esta y otras secciones del Festival. Al mismo tiempo, resulta gratificante la valentía de quien consigue dar el salto al largometraje tras navegar con fortuna por el universo de la corta duración, así como la de quienes se lanzan a desarrollar sus carreras en otras latitudes, sin que ello suponga desligarse de sus raíces.


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